Primer premio modalidad de castellano 2011

SÓLIDAS LÁGRIMAS


Sara Estébanez


DESTROZAN SU COCHE CON UNA APISONADORA
Agencia EFE, 20 de octubre de 2010: En la mañana de ayer apareció destrozado un coche en la calle Pagoeder, perteneciente a F.G.M. La policía se personó en el lugar de los hechos aunque de momento no ha querido hacer declaraciones. F.G.M. se encontraba en estado de shock y tuvo que ser trasladado al Hospital de Navarra donde evaluarán su estado psíquico. Hasta este momento se desconoce por completo el motivo del violento ataque al vehículo.
           
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—Espera, Mamen, que vuelvo al coche a dejar todo y me quedo sólo con el móvil, que para bailar es un incordio llevar más cosas.
—Date prisa, que me estoy helando. Te espero donde los porteros.

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Frío, sí. Y oscuridad. Parece que no hay nadie cerca y creo que a la morenita se le ha olvidado cerrar con el mando a distancia. Con esos taconazos, seguro que se le oye en toda la calle si vuelve.
Más fácil imposible. Además aquí dentro del coche se está más calentito. Mira que alumbran poco las luces estas del techo. Voy a mirar primero en la parte de atrás. La tía se ha dejado el bolso entero, qué feliciana. Y ropa. ¿Esta tía vive aquí o se está mudando? Una camiseta de lentejuelas, menudo escote, la zorra de ella. Los vaqueros… no está gorda, no. La cazadora también se la ha dejado. No es cuero de verdad pero es de marca y se podrá vender bien. ¡Un neceser! No, si ya te digo que ésta debe de ser una vagabunda motorizada que en vez de carro de supermercado usa el coche como campamento base. No se priva la tía: lápices de ojos, rímel, colorete, maquillaje… Esto le va a venir de perlas a la Geno. A ver si se pone un poco guapa. ¡Joder, y condones! Una caja casi entera, y de colores. Mira, la Geno también se va a poner contenta con esto. La ropa, ni intentarlo. No le cabe ni con calzador. Y la tía tiene un colchón con almohada y todo aquí arrebujado en una esquina… Ya te digo que es una rara. O la han echado de casa o es una hippy de mil pares de cojones. Lo voy a pasar todo a mi coche, que aunque no se ve gente cerca nunca te puedes fiar. No, no… primero voy a mirar en la guantera y por ahí, que a veces se dejan cada cosa… Igual tiene un GPS o como se diga, que valen un huevo. ¡Dios, qué difícil es trepar entre los asientos y el techo! Cipri, a ver si te quitas algún kilo, majete. Ya. Nada de interés: un mechero, un paquete de Marlboro con dos puñeteros cigarros, un CD de «L2», ¿quiénes serán esos tíos?, el bendito chaleco y la documentación.
Pues igual me la llevo, no vaya a ser que «El Figura» tenga alguna furgo del extranjero o así y la quiera bautizar otra vez. ¡La leche, no voy a dar abasto con tanta cosa! Hala, pues el tabaco y el disco también. ¡Anda que no es maja ni nada esta tía! Me ha dejado un mogollón de material a huevo. Y no estaba nada mal la morenita, con esa melena y esos taconazos. Aunque tenía la jeta rara, como de haber llorado. Se le notaban así, como unas ojeras… Igual había pasado mala noche. Que se joda. Me largo.

* * * *

La Geno está ya sobada. ¡Bah! Mañana le doy la sorpresa. De momento me voy a la cocina a papear algo y a fumarme un Marlboro a la salud de… ¿cómo coño se llama esta tía? ¡La ostri, lleva el bolso a rebosar! La cartera… , petada. Veinte putos euros y ninguna tarjeta. ¡Pues sí que anda bien de pelas, la morenita… ! A la salud de… Carolina. ¡Menudo nombre más fino! Joder, Carolina suena como a rubia, así, con melena larga y lisa y ésta parece la hermana pequeña de Tomatito con eso pelos. El mechero es de la discoteca, igual va ahí a menudo. ¿Y esta mariconada de cuaderno?

«10 de septiembre de 2010
 Ya sé que tengo que ser fuerte, me lo dice la psicóloga, pero hay veces que no puedo. No sé si llegarás a imaginar cómo me siento, no sé si sabré expresarlo aquí. Se me ha roto el mundo, como en un terremoto bestial me he quedado sin tierra, sin suelo, sin apoyo, sin raíces. Se ha llevado toda la tranquilidad de mi vida, como un tsunami, arrastrándolo todo con una lengua asesina de agua. ¿Cómo he podido estar tan ciega durante tanto tiempo? ¿Cómo no he notado sus mentiras, sus engaños, su asquerosa sonrisa hipócrita? ¿CÓMO HE PODIDO ACOSTARME CON ÉL? Sólo de pensarlo se me revuelven las entrañas hasta el punto de odiar mi cuerpo. Me dan ganas de lavarlo por dentro con lejía, de desinfectarlo hasta reventar. Me produzco náuseas. ¡Pero yo qué sabía que me iba a estafar de semejante manera! Después de diez años juntos. Es impensable. Cada vez que escucho «Sólidas lágrimas» empiezo a llorar. Sé que tengo que secármelas, lo dice la canción. Y mirar para delante, pero no tengo fuerzas, ahora no. Me voy a dormir, muerta de miedo a pesar de haber cambiado la cerradura, esperando que no aparezca por aquí esta noche.»

¡La jodida! Pues sí que parece estar pasándolo mal. Y se notan en el cuaderno como unos puntos arrugados. Seguro que estaba llorando encima. ¡No te jode la puta cría ésta! ¿Qué cojones le habrá hecho ese sinvergüenza?
Otro papelajo suelto en el bolso. No sé qué de las mujeres maltratadas… una denuncia… una orden de alejamiento… ¡Cojones, el nombre del tío! Francisco Giménez Méndez.

«18 de septiembre de 2010.
Al final lo ha conseguido, el muy hijo de la gran puta. Ha conseguido acojonarme, arrinconarme, obsesionarme, reducirme a la nada. Soy un nervio destrozado con el boli en la mano, intentando no temblar demasiado para poder plasmar aquí toda mi angustia, mi miedo. Primero fue sutil: llamadas a todas horas desde mil números de teléfonos públicos, papeles en el parabrisas del coche, amenazas por debajo de la puerta. Más tarde, in crescendo: rotura de cristales en mi tienda, ruedas pinchadas…
Ya no pude más, tú lo sabes y, venciendo mi vergüenza, tuve que contarle todo a la policía. Sentí llenarlos de hipidos, lágrimas y mocos, pero no pude estar entera por más que lo intenté.»

El otro cigarro. ¡A tu salud, Carolina! ¡Me cago en todo lo que se menea! El gilipollas ése… El disco… »Sólidas lágrimas». La número 7. La pongo bajita, que la Geno está sobada. Por lo menos cantan en cristiano: «...hasta el día en que mi vida tomó otro matiz… . Y olvidé la música amarga de tu canción. Y sequé mis sólidas lágrimas… Y sequé mis sólidas lágrimas»
Eso es lo que tienes que hacer, Carolina. Manda a la mierda al tío. ¿Qué hora es? Bah, sólo la una. Le llamo ahora.
—«Figura», soy el Cipri. Que tengo un regalo para ti, pero a cambio necesito que me hagas un favor.
—Tú dirás.
—Habla con tu primo, el que tiene enchufe en Tráfico y dile que busque si este tío tiene coche, te doy ahora el nombre. Y cuando se entere, le dices al Mórtimer que se dé una vuelta por las calles para buscarlo. Y luego me llamas y me dejas las llaves de la apisonadora esa que tienes en el desguace. No te voy a contar nada más. Es asunto mío. Coge boli y papel que te digo el nombre.

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